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NÚMERO 8

Dosier

¿Qué queda en pie hoy del pensamiento de Kant?

La actualidad del filósofo 300 años después

Paciencia o persistencia: ¿qué virtud es mayor?

8 comentarios

Casi ningún logro se consigue al primer intento...y solo una virtud ayuda a insistir.

Casi ningún logro se consigue al primer intento... y solo una virtud ayuda a insistir.

8 comentarios

“Esperando, el nudo se deshace y la fruta madura”, decía el poeta Federico García Lorca. “Hazte semejante a un promontorio. Las olas chocan contra él de continuo, pero se mantiene firme hasta que, al final, en torno a él se abonanzan las aguas”, recomendaba el emperador-filósofo Marco Aurelio. “Quien tiene paciencia, obtendrá lo que desee”, sentenciaba Benjamin Franklin.

"El arte de la paciencia" de Ramiro A. Calle (Booket).
«El arte de la paciencia» de Ramiro A. Calle (Booket).

Cuando se habla de virtudes, pocos hay que no sitúen a la paciencia entre las mejores de la lista. Pero ¿sabemos realmente qué es la paciencia? Paciencia es la habilidad para esperar que las cosas ocurran. Es decir, el paciente sería aquella persona que se mantiene quieta, a la espera de que se den las circunstancias propicias para lograr el fin que busca.

En no pocas ocasiones gastamos energía persiguiendo algo que podríamos lograr limitándonos a esperar que llegue a nosotros. Eso hace la paciencia, optar por la inactividad. Razón por la que personalmente la considero una virtud menor. Incompleta. Precisamente por lo que decía Kant de ella: “La paciencia es la fortaleza del débil”. A mí no me gusta sentirme débil. O quizá el problema sea que padezco un trastorno de impaciencia crónico y no deseo tener que esperar a que las cosas vengan a mí cuando a ellas les dé la gana, sino cuando yo quiero. Sea como fuere, la idea de esperar a que mis objetivos vengan a mí por ciencia infusa me resulta desagradable. Me crea ansiedad. Me motiva más la idea de tomar partido, llevar la iniciativa.

«La paciencia es la fortaleza del débil». Immanuel Kant

Intentarlo una y otra vez

Es por ello por lo que un servidor reivindica otra virtud, relacionada con la anterior pero que la completa y engrandece: la persistencia. ¿Y qué es la persistencia? ¿En qué se diferencia de la paciencia?

La persistencia es la habilidad de ser capaz de fijarse una meta y sostener un comportamiento determinado que lleve a alcanzarla, intentándolo una y otra vez pese a los fracasos. He ahí la diferencia que encuentro: el paciente espera a que la oportunidad surja, el persistente intenta crear la oportunidad. La paciencia se sienta tranquilamente, mientras que la persistencia se levanta y va a buscar.

La persistencia es la clave del éxito. Más que el talento, más que el genio… Más que cualquier otra cualidad. Si repasamos la cadena de sucesos que llevan a conquistar un logro, veremos que la parte más ardua y en la que más gente abandona es en el esfuerzo por continuar. La persistencia es una virtud excepcional, que requiere, quizá, más trabajo por parte de uno mismo que cualquier otra.

El papel de la voluntad

¿Qué es necesario para desarrollarla? Voluntad. La persistencia se nutre de la voluntad y, al mismo tiempo, la adiestra. Pero, para ello, antes hemos de conocer qué es lo que entendemos por voluntad.

Existen dos acepciones del término «voluntad». El primero sería “el querer”,aquello que deseamos o anhelamos. En segundo lugar, hablaríamos de la capacidad para decidir con libertad lo que deseamos y lo que no (usualmente lo denominamos “fuerza de voluntad”). En nuestro caso, cuando hablamos de voluntad aunaríamos ambas definiciones: la capacidad para dominar nuestros deseos e impulsos a corto plazo para anteponer los que tenemos a largo plazo.

La fuerza de voluntad es la capacidad de sacrificar nuestros impulsos a corto plazo en favor de nuestros deseos a largo plazo

Cuando perseguimos un objetivo, sea el que sea, lo habitual es que no lo logremos al primer intento. Fallaremos una, dos o las veces que sean necesarias. Es duro y frustrante, pero el persistente sigue intentándolo. Podría abandonar y dedicarse a otra cosa, pero no lo hace. Su voluntad le recuerda el deseo final que persigue.

Es de esta manera que la persistencia forja el carácter. Actúa como puente entre nuestra mente consciente e inconsciente, poniendo a nuestra disposición todas las herramientas físicas y mentales que poseemos para poder optar a nuestro objetivo, modulando nuestras emocionas en esa dirección.

Todos hemos pasado por ahí: intentamos algo, metemos la pata, nos hundimos y abandonamos. La chica/o dijo “no”; el examen salió fatal; el vicio fue imposible de abandonar, etc. Quizá volvamos a internarlo una o dos veces, pero antes o después terminaremos por dejar ir nuestro propósito. ¿O no? El persistente es diferente: entiende que los escollos y los fracasos son parte del proceso (“El único error que hay que evitar es el que nos impide intentarlo otra vez”). Es quien se arma con una visión clara de lo que desea y no acepta que nada ni nadie se interponga entre él y esa visión.

Si observamos los errores desde el punto de vista empírico, estos pierden buena parte de su carga negativa. Aprendemos de la experiencia, por lo que los errores y fracasos no son otra cosa que posibilidades que nos enseñan qué es lo que no funciona, qué hemos de cambiar para mejorar. De esa manera, la persistencia se convierte en una fuente de aprendizaje y conocimiento práctico continuo. El paciente no puede decir lo mismo. Quien no hace nada no comete errores, pero tampoco podrá mejorarse a sí mismo.

El paciente espera la oportunidad. El persistente va a buscarla

¿Cuántas veces hemos observado a alguien terriblemente inteligente y brillante que no logra alcanzar todo su potencial? En la mayoría de las ocasiones, el culpable es la falta de fuerza de voluntad. No hacer lo que es necesario hacer para conseguir el logro.

La persistencia domina la voluntad, porque la necesita. Quien está determinado puede enfocarla, dirigirla. El 80% de nuestros impulsos negativos pueden ser “domados” mediante la voluntad. Reflexionemos un momento sobre esto. ¿Cómo sería nuestra vida si, de manera sostenida, hubiéramos sido capaces de dominar nuestras pasiones cuando se presentaban? ¿Quiénes seríamos si pudiéramos mantener la cabeza fría y apuntando hacia lo que realmente deseamos?

Por lo tanto, mucho más que la paciencia, es la persistencia la que nos hace más fuertes mentalmente. Nos ayuda a soportar la adversidad, nos obliga a conocernos realmente, porque nadie puede saber de qué es capaz hasta que lo intenta. ¿Significa que siempre lograremos nuestro objetivo si insistimos? Claro que no. Eso es una fantasía estúpida. Pero, como dicen los Rolling Stones “You can´t always get what you want… but if you try sometime, you might find, you get what you need” (no siempre puedes conseguir lo que quieres… pero si lo intentas, quizá descubras que conseguiste lo que necesitas).

¿Qué otra alternativa hay? ¿Quedarnos en ese estado de insatisfacción? ¿Esperar que el cambio se produzca por sí solo hasta caer en nuestras manos? Hay menos posibilidades de que eso ocurra –y más frustración– que ponerse en marcha y trabajar duro. Al menos de esa manera desarrollaremos resistencia e inteligencia que nadie nos podrá quitar, aunque fracasemos, por no mencionar el orgullo que nos invade por mostrar esa valentía. Nadie se ha avergonzado jamás de sí mismo por tener las agallas de hacer lo que hay que hacer para conseguir lo que desea.

¿Y lo mejor de todo? Que, pese a todo lo que hemos dicho, paciencia y persistencia no son opuestos. Un impaciente no podrá decir que tiene paciencia, pero un cabezota persistente sí. De hecho, lo será, porque necesita esa virtud para alcanzar la otra. Uno necesita ser paciente para aguantar ese lapso desde que decide ponerse a la tarea hasta que esta es llevada a cabo. No dará fruto a la primera, ni a la segunda. Puede que tampoco a la décima. Puede que nunca. Pero el persistente espera que antes o después el esfuerzo le dé el resultado deseado. Y, mientras tanto, sigue intentándolo.

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8 respuestas

  1. Avatar de ignacio
    ignacio

    Este es un artículo donde se enaltece a la persistencia y se subyuga a la paciencia y creo que es fundamentalmente porque quien lo escribió tiene mucha persistencia y poca paciencia de esta manera de forma inversa podría suceder que quién tuviese paciencia y no persistencia podría escribir un artículo a favor de la paciencia y en contra de la persistencia de esto se desprende que todos tenemos capacidades diferentes unos tienen paciencia otros tienen persistencia y otros no tienen nada y la mayoría de las veces conseguir paciencia sin tenerla es muy difícil al igual que sucede con la persistencia de esta forma me parece una trampa al solitario decir que las propias virtudes son las mejores y exigirle a los demás que las tengan o si no serán inferiores me parece algo que es un error

  2. Avatar de Ricardo García Zamora
    Ricardo García Zamora

    He leído tu reflexión acerca de la paciencia y la persistencia; sinceramente me permitió observar dichas virtudes con otra perspectiva. Sin embargo, discrepo en que la paciencia es una virtud menor; al mismo tiempo, considero que la paciencia y la persistencia son complementarias, es decir, una necesita de la otra para darse plenamente. Aunque existan diferencias entre nuestros argumentos, he de decir que tu artículo y opiniones me hicieron llegar a la siguiente conclusión: La paciencia forja la persistencia y viceversa; una equilibra a la otra.

    En cualquier meta deseada, se ocupa paciencia y persistencia. La paciencia permite que haga consciencia sobre el hecho de que lo que deseo no llegará de la noche a la mañana, es algo que requerirá de mi continuo esfuerzo y sacrificio hasta alcanzar el objetivo. Por otro lado, la persistencia es aquello que me energizará lo suficiente como para poder hacer dicho esfuerzo y sacrificio las veces que sean necesarias y así, no rendirme y llegar al objetivo deseado.

    Aunque tengamos ideas distintas, puedo ver el valor que le das a la persistencia y eso lo aplaudo. También te agradezco por permitirme ver las cosas con otra perspectiva.

  3. Avatar de Eduardo Rios Luna
    Eduardo Rios Luna

    La Paciencia no tiene nada con una espera pasiva sino con la capacidad de hacer y aceptar, que no tiene nada de pasivo.Depende de la cosa en cuestion. Ejemplo, si he decidido aprender un idioma, o tocar la guitarra, sino tengo la paciencia suficiente de que llevará su tiempo, es decir si mi actitud es de impaciente, lo quiero para ya, abandonaré porque mi falta de paciencia en aceptar que la realidad es que necesitare de un tiempo, me hara abandonar la idea de tocar la guiitarra o aprender un idioma.
    La persistencia no es mas activa, simplemente es otra cosa.

  4. Avatar de Rafael
    Rafael

    La mente humana tiene la tendencia a medirlo todo. Cree que la Vida se basa en la medición.
    Es un error, pero así es como opera la mente.
    ¿Por qué tratar de medir cuál es mayor: la paciencia o la resistencia?, ¿Son en realidad «virtudes»?, ¿Acaso no sería más aconsejable desarrollar la sabiduría para discernir cuándo debemos ser pacientes y cuándo persistentes?

  5. Avatar de Ernesto Ordinola Boyer
    Ernesto Ordinola Boyer

    No siempre el persistente, es siempre persistente.
    Por otro lado; no siempre el paciente, es siempre paciente.
    Puede que se sea paciente cuando. por experiencia o conocimiento,
    se puede aventurar razonablemente que más vale esperar que gastar energías.
    En ese sentido, no siempre es cierto lo que habría dicho Immanuel Kant:
    “La paciencia es la fortaleza del débil”.

  6. Avatar de Daniel
    Daniel

    Algo más. Ambos conceptos, paciencia y persistencia no son comparables.
    La paciencia es una cualidad espiritual.
    La persistencia es actitudinal.
    Son de rangos diferentes: no son comparables.

  7. Avatar de Daniel
    Daniel

    …de que en la realidad, existen otros factores que frenan o aceleran, o hasta veces truncar, el proyecto o el objetivo o el camino elegido.
    La paciencia la considero superior a la persistencia. Toda persona paciente es persistente por el solo hecho de persistir confiado esperanzado en el logro. El persistente, si no tiene paciencia, puede querer acelerar las cosas en desmedro de la propia realización del objetivo. El persistente necesita de la paciencia, mientras que el paciente no necesita la persistencia: la lleva en el corazón.

  8. Avatar de Daniel
    Daniel

    Disiento con el concepto de paciencia que aquí se presenta.
    Seguramente porque quienes prefieren estar sentados esperando lo que desean, se dicen equivocamente «pacientes». Paciencia, por ser una virtud, es de carácter espiritual: se puede trabajar persistentemente, pero estar en paz, aun antes de lograrlo. El paciente lucha por lo que quiere, pero acepta la realidad de que, el logro vendrá en el tiempo oportuno. Si es sabio sabrá que nada se logra unilateralmente, sino que se es consciente de quee

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